“Ghost in the Shell (1995): cyberpunk en estado puro”

Ahora que está de moda eso de adaptar el anime a largometrajes de imagen real, y a sabiendas de que Dreamworks se ha hecho con los derechos de esta película para realizar su propia versión (para finales de este año o principios de 2010 -ojalá el proyecto final sea dirigido por el propio Spielberg-), no quisiera dejar escapar la ocasión de analizar la obra original e invitar a todo el que aún no la haya visto a que le conceda una oportunidad, por poco que le guste el anime japonés o la animación en general.

Lo más objetivo que se puede decir de la película de Mamoru Oshii, adaptación del manga homónimo de Masamune Shirow, es que sin duda alguna se encuentra entre los referentes más importante del mundo del anime, muy probablemente sólo observada «de tú a tú» por Akira, por su secuela «Innocence» (de la que ya habrá tiempo de hablar) y alguna otra joya de otros maestros intocables como Hayao Miyazaki.  Y aun así, quizás nos estemos quedando cortos. La versión de Ghost in the Shell de 1995 dio un impulso impagable a un género como el cyberpunk, ya sabéis, ambientes futuristas marcados por una vida social opresiva y decadente, por un desarrollo informático extremo, y generalmente también por la incorporación de ampliaciones tecnológicas en el cuerpo humano (ciborgs). Este tipo de universos vislumbran un futuro estremecedor, distopías que suponen el hervidero perfecto para el planteamiento de todo tipo de dilemas éticos, y que a la par pretenden alertarnos de las posibles consecuencias de nuestro presente más inmediato.

Como digo, GITS supuso llevar este género un paso más allá: en el ecuador entre dos décadas marcadas por técnicas totalmente diferentes (a un lado la animación tradicional que había encontrado su cénit con Akira en el año 87, a otro las más avanzadas novedades que permitía la informática en este terreno), se dotó para sí de una ambientación única y característica. Incluso más allá de lo que se pudo hacer en cuestiones estrictamente visuales, lo que verdaderamente le asienta como todo un estandarte del género es la cantidad de ideas y conceptos que introdujo y que luego serían tomadas por películas tan célebres como The Matrix (los hermanos Wachowski han reconocido que fue ésta y no otra la película que les inspiró para crear su universo personal). No nos tomaremos tiempo alguno en destacar estos detalles (en youtube pueden encontrarse incluso vídeos en lo que se ve la más que evidente influencia de GITS en Matrix), sirva como un aliciente para el lector para descubrir por sí mismo la forma en la que la ciencia ficción encontró un valioso representante con esta obra.

En lo referente al argumento, realizaremos un breve paseo por él no sin antes destacar un factor a tener en cuenta: lo primero que destaca en nuestra inicial toma de contacto es su «complejidad». Y uso comillas porque en cuanto has tenido ocasión de ver el film varias veces y de saber en torno a qué elementos gira y qué ideas ha querido reflejar Oshii en él, esa complejidad ya no resulta ser tal. El «problema» viene, por una parte, de que el director usa hacia la mitad de la película una considerable cantidad de alegorías visuales (difícilmente perceptibles para muchos de nosotros -para lo cual recomiendo encarecidamente la adquisición de la edición especial 10º aniversario con una explicación bastante buena de Juan Zapater al respecto-), y por otra, del uso de expresiones y citas japonesas que pierden parte de su sentido original por medio del doblaje o la traducción, y que a veces nos dejarán un tanto perdidos.

Para no acabar confundidos, el hilo dilema fundamental a tener en el punto de mira es el del conflicto del individuo, la memoria, y el cuerpo: ¿seguirías siendo tú mismo si sacaran tu cerebro de tu cuerpo y lo ensamblaran en un cuerpo artificial? Si se diera tal posibilidad, ¿qué garantiza ser o no humanos cuando nadie es capaz de asegurar que sus recuerdos sean suyos, cuando una empresa puede manipular tus recuerdos? Y en medio del mar de la información, ¿consideraríamos humano a un ser autoconsciente y sensitivo creado en la red, pese a que no tuviera un cerebro ni cuerpo humanos?

La sección 9 antiterrorismo es el grupo al que pertenece la Mayor Motoko Kusanagi, una ciborg a quien sólo le queda su cerebro como parte de su cuerpo original. Ella y sus compañeros de sección han de investigar a un pirata informático conocido como el «Maestro de Marionetas», a quien se le atribuyen recientes casos de pirateo de cerebros en altos cargos político, en medio de una complicada trama de corrupción y maniobras ocultas desde diferentes entidades gubernamentales. Mientras siguen el rastro del pirata, la Mayor oye una voz susurrarle en su cerebro, una voz que parece hablarle de su confinamiento en ese cuerpo metálico…

Como soy poco dado a revelar el argumento a nadie antes de que vea la propia obra, prefiero centrarme en su factura técnica. Y ésta es exquisita, no se puede decir menos. El único «pero» destacable en todo el conjunto es el de que no se usara el pregrabado de voces para que éstas estuvieran sincronizadas con los movimientos faciales (procedimiento que sí fue usado en Akira ya en los 80, todo sea dicho), desmereciendo levemente un trabajo que, por todo lo demás, resulta soberbio: fondos detallados al máximo e increíblemente realistas, juegos de luces totalmente espectaculares, animación de personajes muy natural y fluida, efectos digitales integrados con maestría en los elementos realizados «a mano»…Sólo hace falta echar un vistazo a cualquier fragmento para apreciar ese mimo extremo por cada insignificante detalle, que tanto sabemos agradecer los amantes del mundillo.

Tampoco podemos pasar por alto el trabajo sonoro, tanto en el plano de los efectos (con ese toque retro con un cierto saborcillo a años 90), como en el de las voces (recomiendo en este sentido la versión original japonesa, y no porque el doblaje al castellano sea malo -todo lo contrario, cosa excepcional- sino porque la calidad de grabación no está a la altura de la original), como en lo que respecta a la música. En lo que atañe a esta última, mención especial al trabajo impagable (como siempre) del maestro Kenji Kawai, quien sin duda se disputa con Yoko Kanno el puesto al mejor compositor de anime de todos los tiempos. Desde el tema de introducción «Making of a Cyborg», pasando por «Floating Museum» hasta llegar al tema final (de la mano de Brian Eno y U2) «One Minute Warning», todo el conjunto de la BSO destila calidad por los cuatro costados y sienta fenomenalmente a las sensaciones que desea transmitir cada escena.

En definitiva, Oshii es un maestro. Probablemente estemos ante la mejor película de anime jamás creada, y sin duda ante la más influyente fuera de las fronteras de la propia animación japonesa. Se trata de una de las sagas más importantes y de las que más presupuesto lleva tras cada producción (paradójicamente, no es de las más exitosas en terreno japonés), un paradigma en el mundo de la ciencia ficción, y una obra que a buen seguro encandilará a más de uno, incluso aunque no sea asiduo al mundo del manga-anime.

La red es vasta e infinita…

Fuente: http://blogs.gamefilia.com/kojiro-takeda/03-02-2009/18843/ghost-in-the-shell-1995-cyberpunk-en-estado-puro

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